Girls just wanna have fun {Piper}

Tras las aventuras vividas la semana anterior en una discoteca muggle con su primo, nuevamente quería salir de fiesta. El curso estaba por empezar, quedaban apenas unos días, y el peso de saber que su libertad estaba por acabar la empujaba a querer aprovechar al máximo el tiempo que quedaba. Llevaba unas semanas sin ver a Piper, no tanto tiempo teniendo en cuenta que estaban en vacaciones, y había tenido la idea de combinar ambas cosas. Piper + Fiesta. Sonaba como un buen plan. Aunque en esta ocasión se inclinaba por salir de fiesta por el Londres mágico. Más sencillo, se podría decir que había aprendido la lección porque Blaine no le hablaba desde esa noche en la que habían salido. Y de la que ella poco recordaba a partir de cierto punto en la noche. La terrible resaca del día siguiente seguía presente en su mente, mas se podría decir que no aprendía porque volvería a beber. Menos, eso sí, se negaba a sentir que se moría otra vez en tan poco tiempo.

En menos de un mes se vería en una situación que haría que se replanteara la gravedad de tener meramente una resaca, con su consecuente jaqueca. Y le parecería una soberana tontería, un precio a pagar pequeñísimo. Nada. Pero no lo sabía. No tenía modo de anticiparlo, y era mejor así, esas imágenes habrían empezado a plagar sus pesadillas antes de tiempo.

Pero ahora, en ese día, estaba contenta y encantada con la vida aunque se quejase a cada minuto de tener que volver a los estudios en nada. Una supuesta vuelta a la normalidad que aborrecía pero daba por hecha, aunque no iba a ser precisamente así. Entró a la habitación de su amiga y se acercó, saludándola con un beso en la mejilla—Buenas, no sabes las ganas que tengo de salir por ahí. Y pasar tiempo contigo, claro—saludó, sonriendo con facilidad y depositó la bolsa en la que llevaba sus cosas cuidadosamente sobre la cama de la rubia. La conocía de toda una vida y si bien no tenían una relación de pasar todo el rato juntas y contarse todas las confidencias eran una constante en la vida de la otra. Nunca dejaban de verse por mucho tiempo y durante el año escolar era incluso más sencillo encontrar ratos libres.

—Tendrás que ayudarme a elegir, no sé bien que ponerme—anunció, mirándola de reojo mientras sacaba las tres opciones que tenía en cuanto a vestimenta. Casi podía escuchar la voz de Blaine en su cabeza diciéndole que daba igual cuál se pusiera, que era de prostituta igualmente. Meneó la cabeza para si—¿Te hace poner algo de música?—preguntó, intuyendo la respuesta.

Sin duda alguna Piper la tuvo en cuánto mencionó la palabra strippers. Se fiaba del criterio de los hermanos mayores de la rubia, que dado que eran mucho más experimentados en esos menesteres, seguro tenían buen ojo para decidir si un local de ese tipo era satisfactorio o dejaba que desear. Y a Adhara poco le importaba si predominaban hombres o mujeres, podía imaginarse cuerpos sinuosos y agradables a la vista moviéndose el ritmo de música que invitaba al pecado. O puede que no fuera la música en si, pero con un buen punto de alcohol en sangre la morena fácilmente se perdía en cualquier ambiente. La compañía no era necesaria para tal cometido, mas la agradecía y ayudaba a añadirlo algo extra a la noche. Tenía ganas de salir por ahí con la Dolohov y divertirse en la que sería una de las últimas salidas de esa temporada vacacional. Pronto llegarían las clases, y con ellas las desgracias, y aunque eso último no lo sabía lo cierto es que daría gracias por haber cosechado buenos recuerdos antes. Porque después de Agosto vendría una temporada más turbia, triste y oscura para su familia.

—Te lo compro, cariño. Algo me dice que lo pasaremos bien—respondió, accediendo finalmente a ir a ese lugar si bien en su mente lo había decidido desde el momento cero. Solo que se había perdido en sus pensamientos. Nadie podía culparla por ello en realidad. Decidir el antro y mostrar los posibles conjuntos derivó en acabar hablando de Blaine. Un tema recurrente, pues su vida y la de su primo iban entrelazadas desde siempre—Bueno, bueno, tampoco está muy mamado, fibrado sí, pero es más bien delgado. Igual obvio tenemos la edad que tenemos—se vio en la obligación de clarificar, pues estaba mal eso de faltar a la verdad. Y había visto a tipos mucho más cuadrados. Independientemente de que tipo de físico le gustaba más, eso era algo que se lo guardaba para si. Si a alguien le interesaba que se pusiera a hacer la lista de sus víctimas durante lo que llevaba en Hogwarts.

Se río de buena gana a su comentario y le dio un golpe suave en el brazo, si bien no negó nada—El tuyo también me gusta, cierto es—le devolvió, si bien tenía claro que por ahí no iba su amiga. Sonrió encantada ante su pregunta—Angie Bash, la cantante de Oh la la. Su acento francés es para morirse—respondió, soltando un pequeño suspiro que exageró con un gesto de la mano fantasioso.

Habló de sus vacaciones y preguntó por las de Piper. Estuvo a punto de interrumpir su explicación para comentar lo que decía de Blaine y la sala común. Cierto era que todos sus primos habían caído en Slytherin, como debería ser podría decirse, y se los topaba menos de lo que se veían entre ellos. Así pues se quedó con la explicación y asintió, sin saber muy bien que decir. Al menos se la llevaban de vacaciones a algún lado.

Lo que captó mucho más su interés pero fue su respuesta a si molestaba o no. Tuvo en la punta de la lengua preguntar por esa persona especial a pesar de saber explícitamente que no era algo que Piper quisiera. Tardó apenas un par de segundos en descartarlo pero, pues no era su lugar hacer tal cosa y tampoco tenían una relación que lo permitiera—Todo irá bien—probó, dedicándole una sonrisa y dando unas palmaditas en el hombro de su amiga. Fue muy sencillo volver a hablar de la ropa, un tema con el que se sentía mucho más cómoda. Rió de buena gana—Ay, cuando quieras. Siempre que no reveles mi secretos. Y yo las llevaría, me encantan, pero creo que tendré que conformarme con manipular los uniformes un poco—respondió y le guiñó un ojo, juguetona. Siempre iba más apretada de la cuenta y con la falda más corta de lo que debería. Taconazos no necesitaba, medía tranquilamente un metro ochenta.

—Oye, ¿Quieres ponerte uno de estos conjuntos? No es como si me pudiera poner todos a la vez. Solo ocuparé uno y ya que los traje... Si hasta tengo este que es ideal para una serpiente—propuso, haciendo broma pues efectivamente una de las túnicas jugaba con el verde y el plateado. Varios tonos de verde y tenía brillo pero se acercaba, ¿no? Si hacía falta ella podía convertir una de las otras en una túnica rojo pasión para ir como la leona que era.