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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 6:43 pm

Masquerade
El ritual era importante. Primero, abría el grifo y dejaba correr el agua por unos segundos. Una vez que comprobaba que era cristalina, y que  estaba libre de suciedad, ponía sus manos debajo del surtidor, en remojo, durante tres minutos exactos, qué el mismo contaba. Para lavarse, tenía su propio jabón, en realidad muchos jabones, porque le daba asco usar siempre el mismo. Así que lo desenvolvía de su empaque, con meticuloso cuidado de que no tocará el inmundo mármol del lavabo, y lo frotaba entre sus dedos, en las palmas, en los nudillos y en las muñecas. Una y otra vez, hasta dejarse la piel en carne viva. Era sólo en ese exacto momento, cuando arrojaba la pastilla de jabón a la basura y se enjuaga las manos. Por lo general, tardaba al menos media hora con ritual, había sido así por años, y sin embargo, desde principios del verano, todo había cambiado. Blaine siempre fue un joven muy…obsesivo por la limpieza, los que lo conocían estaban al tanto de sus extrañas costumbres: ordenar los calcetines en función a la longitud y el color, ser extrañamente puntual, bañarse al menos dos veces al día, tender su cama con milimétrica perfección cada vez que se levantaba y no irse a dormir sin al menos haber leído cien páginas de un libro cualquiera. Comportamientos raros, sí, que sin embargo nunca le resultaron molestos ni a él ni a los demás. Pero con el comienzo de su último año escolar, y el anuncio de su compromiso, su mente era un caos de ideas. Pensamientos insidiosos, punzantes, descontrolados, que no dominar a su antojo…pensamientos casi compulsivos. Zabini se miró en el espejo que había sobre el lavado, un espejo ornamentado, con ángeles tallados en su marco de oro. Muchos dirían que era muy bello, el sólo podía ver lo sucio que estaba. Como la mugre, el polvo, y el moho se arrejuntaba entre los orificios de las alas y de la boca de todos los querubines. Sólo de mirarlos le provocaba ganas de volver a tomar una ducha…ya iban tres sólo en esa mañana. Y no sólo eso, si no también ganas de volver a lavarse las manos hasta que la piel se le volviera jirones.

<< Debes acudir a tu cita >> Le dijo esa voz molesta en su cabeza. La cita. Él hubiera preferido quedarse en su cuarto leyendo ese enorme tomo de historia de la magia que tenía sobre la mesita de noche. O perderse entre los pasillos de la biblioteca hasta que se pusiera el sol, pero no podía. El sólo hecho de recluirse en su propio mundo no hacía desaparecer sus obligaciones, sus obligaciones como sangre pura, como Zabini y como prometido de Sienna Lestrange << La pequeña Sienna >> Una dama en toda la extensión de la palabra. Hermosa, de piel tan blanca y nacarada como la superficie de la luna, ojos verdes y brillantes. La hermana de su mejor amigo Killian, la niña que conoció en esas reuniones exclusivas para los sangre pura que se hacían en las mansiones de los Malfoy y los Lestrange, su amiga. El sólo hecho de pensar de que se convertiría en su esposa algún día lo hacía sentir sucio, muy sucio. << Pero ya no tienes más tiempo para limpiarte o llegarás tarde >>

Blaine cerró el grifo y se secó las manos con una toalla de aspecto inmaculado. También las usaba una sola vez y luego las botaba. << Cómo todo. No hay nada que uses más de una vez, ni los jabones, ni los paños, ni la ropa, ni los pergaminos, ni las mujeres. No soportas que nada permanezca, que nada te ate, que nada te aferre >> Y era muy irónico, pensó, mientras salía de la morada de las serpientes y emprendía camino hasta el puente cubierto, porque la historia de su vida era estar encadenado. Encadenado a un status, a un apellido, y ahora a una mujer. Una parte de él, esa que odiaba, deseaba liberarse de todo. La otra, más sana y centrada, lo empujaba a cumplir con su deber. Simular no era difícil, al menos no para alguien como Blaine, cuyas emociones se ocultaban todo el tiempo detrás de una sonrisa medio torcida y frases ambiguas. La misma  máscara que llevaba puesta veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, para fingir que estaba satisfecho de su suerte. Después de todo, una familia rica, un buen apellido, sangre pura corriendo por sus venas y un futuro brillante al lado de una de las mujeres más hermosas de Hogwarts… ¿qué más podría pedir? << Libertad, por ejemplo >>

No tardó mucho en llegar hasta el puente, a esa hora de la mañana, los terrenos del castillo estaban casi vacíos, ni una sola alma meroedaba en ellos. Y no era para nada extraño, el cielo estaba encapotado, unas densas nubes grises cubrían la cúpula azulada. De un momento a otro, empezaría a llover y Blaine lo prefería así. Odiaba los días soleados. << Odias todo en general >>

Al llegar al punto de encuentro pactado con su prometida, pudo notar que todavía no estaba allí. Bien, no es que Blaine despreciara los momentos de soledad, así que se apoyó de manera algo despreocupada en la baranda del puente y se miró las manos. Las tenía agrietadas a causa del lavado constante, y escocían. Pero le gustaba esa sensación…era, era la sensación de estar limpio. El ruido de unos pasos lo distrajo de sus pensamientos, así que levantó la mirada y la clavó en la figura de Sienna Lestrange, que se volvía más nítida a medida que se acercaba a él. Esa muchacha tenía muchas etiquetas pegadas en su frente y la primera de ellas era << Slytherin >>. Se evidenciaba en todo, desde su forma de hablar, de andar, hasta en su manera de vestirse.

Querida —le dijo simple y llanamente, mientras se acercaba a ella, tomaba su  pequeño rostro entre las manos y depositaba un beso casto en su frente. No había nadie allí, era innecesario que se saludaran de una manera más…apasionada, como solían hacer frente a la multitud..
Blaine A. Zabini
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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 6:49 pm

MASQUERADE

Trazó una marcada línea color carmesí en sus labios, delineándolos para luego darles el vivo color que usualmente llevaban durante los días libres de clases. Era una tarea que llevaba a cabo por inercia, pues realmente no estaba pendiente de respetar los márgenes o de que la composición quedara balanceada. ¡Por Merlín!, ni siquiera le importaba si quedaban bien o no. Su concentración se enfocaba únicamente en aquella niña que podía ver más allá del reflejo en el espejo, varios años atrás en algún prado de Hungría.

“ ….  —¡Vamos Killian, puedes correr más rápido que eso! — le había gritado a su hermano desde una pequeña colina. No sabía cómo, pero luego de muchos intentos la niña de nueve años en la que se había convertido pudo por fin vencer a su mellizo en una carrera de velocidad. Reía como loca y sin parar, afirmando su estómago con ambos brazos para no caer al suelo mientras Killian avanzaba hacia ella con cara de perro.

¡Has hecho trampa, Sienna! — respondió él con hastío, pero ni siquiera aquello fue capaz de borrarle la sonrisa del rostro. Era su máximo logro y no lo dejaría ir por nada del mundo.

Desde ahora conseguiré todo lo que me proponga, te lo prometo Kili. Seré invencible y nadie me dirá que no puedo. — murmuró con un tono cantarín y alegre, convencida de que lo conseguiría.

Serás libre como el viento, Sie. Y yo volaré a tu lado….. ¡Pero no me volverás a ganar en las carreras!   — continuó su hermano para luego unírsele en la fiesta de risas sobre el césped.

Ella se lanzó sobre Killian para abrazarlo y de alguna forma ambos terminaron rodando colina abajo. La mayor de sus preocupaciones entonces era cómo explicarle a su madre lo sucia que habían dejado la ropa.  … “


¿Cuándo se había vuelto todo tan complicado?, había perdido su libertad en el transcurso de la realidad, se había perdido a sí misma. Por meses había tenido la determinación de aceptar su deber por la fuerza y de cierta forma lo había conseguido, pero eso no significa que llevar a cabo una obra teatral de esa envergadura no terminara por agotarla, incluso quebrarla a ratos.

Limpió el ademán de lágrima que se había asomado por sus ojos y maquilló sus pestañas de negro, borrando cualquier rastro de emocionalidad en ellos.  Aún debía acudir a una cita y aunque no fuese como las comunes, tan serias y llenas de mentiras para los ojos del resto, procuraría no demostrar vulnerabilidad alguna, después de todo no estaba en ella hacerlo. Era una reina de hielo, la víbora verde de Slytherin, no podía hacer menos que comportarse a la altura de los sobrenombres que se había ganado.

Se puso de pie y emprendió el trayecto que la llevaría a los brazos, metafóricamente hablando, de Blaine. Agradecía enormemente que él hubiese optado por reunirse en el puente cubierto del castillo, un respiro al aire libre era justo lo que necesitaba para disipar las náuseas que sentía en el interior. ”No hay nada mejor que la soledad que trae un día nublado”, fue lo primero que pensó al ver el clima que azotaba el exterior, imaginando que nadie molestaría el particular encuentro. Al poco tiempo logró dar con la figura de su prometido a lo lejos, quién parecía estar tan inmerso en sus propios pensamientos como ella.

Le costaba creer que había terminado en aquel macabro juego junto a uno de sus más viejos amigos, quién parecía aún más irritado con la decisión de sus padres que ella misma. Sí, podía querer desatar el infierno en la tierra a causa de la imposición de un compromiso que nadie había solicitado, pero también era consciente de que existían muchas peores opciones  en el mar de pretendientes. De cierta forma, y sin jamás decirlo en voz alta, agradecía tener que enfrentar todo eso con Blaine.

Se le acercó luego de observarlo por unos minutos y se inclinó para ser saludada con un beso en la frente, sin poder evitar sentirse como una hermana menor. ”Todo muy enfermo, por dónde le mires”. Soltó un suspiro y le sonrió de manera cómplice, tal y como siempre lo había hecho, incluso antes del compromiso A veces creo que Georgiana y Killian lo llevan mejor que nosotros dos comentó a modo de broma, aunque bajo toda perspectiva era cierto. Ambos tenían un verdadero talento para aprovechar de aquellas situaciones incómodas al máximo, ninguno tenía sentimientos por el otro, pero aun así se disfrutaban. Se apoyó sobre la baranda del puente y miró al cielo Quizás deberíamos aprenderles algo   agregó mientras levantaba una ceja divertida, en el fondo sabía que aquella era una fantasía.

Quizás fuese un humor cruel y algo negro, pero en definitiva burlarse del asunto era la mejor manera de enfrentarlo. ¿Por qué no reír en aquel momento que podían?. Lo volvió a mirar de reojo ¿Cómo lo llevas? preguntó finalmente con un poco más de seriedad. De cualquier forma esperaba que Blaine supiese llevarlo mejor, no podía imaginar que a su amigo le doliese tanto como a ella. ”A veces me pregunto por qué será tan difícil sentir algo por alguien”, habría sido mucho más sencillo de tener sentimientos incluso ligeramente románticos por él, pero a la atracción física era lo máximo que se podía aspirar si es que tenían un poco de suerte.
M. Sienna Lestrange
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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 6:54 pm

MASQUERADE

Un compromiso arreglado. Un matrimonio de conveniencia. Blaine se preguntaba cómo es que las sangres pura seguían insistiendo con una tradición tan arcaica: unir a dos personas, en contra de su voluntad, sólo para honrar unos apellidos que ya estaban tan mancillados como las sábanas de una doncella el día posterior a su boda. Más aún, teniendo en cuenta los consecuencias…parejas infelices como la de sus padres, que se odiaban el uno al otro y que, aun así, se veían obligados a soportarse día tras día. O niños traumados, con problemas afectivos, como casi todos sus amigos. De a ratos se preguntaba que tenía en la cabeza cómo para aceptar ese teatro, la imposición de una vida que no quería vivir. Blaine Zabini, por decisión propia, nunca se ataría a una mujer...ni siquiera a Sienna. Las bodas, las obligaciones, el cuento de la familia perfecta, la esposa dedicada, los niños rubios y la gran mansión no eran para un joven cómo él. Y dudaba que Sienna pensara de manera diferente. La observó durante una fracción de segundo, mientras se apoyaba en la baranda del puente y dirigía la mirada hacia el cielo encapotado. No pudo evitar que un recuerdo fugaz cruzará por su mente.

<< Deja de quejarte. No sé cómo el Slytherin más inteligente de su curso puede ser tan retrasado, sinceramente >> Le había dicho una amiga cuando le contó sobre el compromiso, ese día en el jardín de su casa,  mientras acostaba su cuerpo menudo en el césped mojado  << Tu padre es un cretino. Y tu madre un poco más. No han aprendido nada. Ustedes los Slytherin siempre van con esa actitud. De, oh, todo es tan trágico, la vida es una mierda, así que me dedicó a levantar las cejas y decir cosas absurdas sobre las almas podridas, que por cierto, a nadie le importan. Melancolía, desesperación, caos. Ah, joderé la vida de los demás para sentirme más malo, así igual puedo engañar a la gente para que no sepan que soy un niñato estúpido >> El recuerdo de cómo el arrancaba destellos dorados del cabello de su amiga aún le bailaba en las pupilas. Él la había mirado con la incertidumbre en sus ojos, un poco descolocado porque se atreviera a hablarle de esa manera << Nadie nos acepta en la escuela, así que nos hablamos y nos relacionamos entre nosotros. Hacemos fiestas en la oscuridad para que hagan juego con la negrura de nuestro futuro. Follamos y nos enrollamos todos con todos porque así demostramos vete a saber qué. En unos años todos seremos primos y nuestros hijos serán deficientes. ¡Pero da igual! >> La risa cantarina resonó en sus oídos como si su amiga estuviera a su lado << ¡Somos adolescentes! Si quieres decirle que no a tu padre, dile que no. No sé porque lo hacen todo tan complicado. ¡A mí me gusta el sol! ¡Y reírme! Y quiero casarme con la persona que yo elija, y no con la que me impongan y lucharé por eso >>

Pero claro, para una Gryffindor era bastante fácil decirlo. Ellos abrazaban la libertad como a una vieja amiga porque siempre la habían tenido. Los que nacían con un apellido puro, sin embargo, estaban encadenados antes de saber hablar o andar. Como él, como Sienna, como casi todos los hijos de familias puras.  Al menos se sentía así en esa situación…porque lo que de verdad quería era decirle a sus padres que, por propia voluntad, nunca se casaría, nunca tendría hijos, nunca repetiría la historia tan patética de Blaise Zabini y Pansy Parkinson, que acabaron odiándose el uno al otro por no sabe decir que no a tiempo.

Lo llevan mejor —asintió él, sin una gota de emoción en la voz mientras se ubicaba al lado de su prometida —Porque a ninguno de los dos les importa —reposó los antebrazos en la baranda y clavó su mirada en las barrigas oscuras de las nubes que cubrían el cielo. —Dudo que eso se pueda aprender. Al menos no en nuestro caso —sonrió de manera enigmática—Pero si tú quieres, y a pesar de todos los malos pronósticos, podríamos intentarlo. De cualquier manera, creo que si seguimos adelante con este fraude, tarde o temprano nos terminaremos odiando —Blaine era brutalmente sincero con las personas en las que confiaba y allí, enmascarando sus verdaderos sentimientos con bromas tontas y sonrisitas forzadas, estaba una de las mujeres a las que más apreciaba en el mundo entero —Muy mal, Sienna. Así lo llevó. —se giró hacia ella, intentando por todos los medios contener sus palabras, mientras dejaba su codo derecho apoyado sobre la madera henchida y mohosa del puente —Eres la única mujer en el mundo a la que no le tocaría un pelo por voluntad propia. Y lo sabes. Por Salazar, eres como mi hermana. Me enferma pensar que algún día serás mi esposa. Ni siquiera sé porque dije que sí o que hago aquí contigo. —ninguno de los dos quería ese compromiso, claro, aunque por razones distintas —Dudo que te sientas mejor que yo al respecto. Lo único que podemos hacer es ser sinceros entre nosotros —Conocía a Sienna lo bastante bien cómo para saber que no sentía nada por él más allá de un cariño fraternal. —Y para hacer honor a eso, yo no dejo de pensar en que me encantaría encontrar la forma de romper este compromiso—añadió, sin dejar de mirarla. Sentía la tirantez de su propio rostro y un sabor amargo por debajo de la lengua.  —Las cosas son como son y nada cambiará. Yo no me levantaré un día y me enamoraré mágicamente de ti. A no ser que tomemos Amortentia desde la mañana en que nos casemos hasta la noche en que nos entierren. Por mucho que nos empeñemos en fingir bien, no hay muchas posibilidades de que se convierta en realidad —una sonrisa enigmática se dibujó en su rostro al decir eso —Tampoco te quiero condenar a que pases toda tu vida al lado de un sujeto que parece la fantasía erótica de dementor —repitió una por una las palabras con las que lo había descrito Grace la última tarde que la vio —Te mereces algo mejor que una rata de biblioteca obsesionada con la limpieza —le guiñó un ojo con complicidad. Quién sabe cuál sería la respuesta de Sienna al discurso que venía preparando desde hacía una semana.
Blaine A. Zabini
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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 6:57 pm

MASQUERADE

Siempre había cumplido sus obligaciones con fe ciega, con una devoción total a quienes creía intocables desde que tenía uso de razón. Jamás había dudado de sus padres ni de las intenciones que ellos tenían, ¿Por qué hacerlo cuando durante toda su vida habían sólo querido lo mejor para ella?. Sin embargo, y a pesar de su ferviente obediencia, no podía evitar notar que algo había dejado de calzar. Se sentía traicionada y manejada como una ficha de tablero, ya no era la reina, sino un peón más en un absurdo juego de estrategias.

Necesitaba un cambio de ángulo, y eso era justamente lo que planeaba darle al asunto. Había sido criada demasiado bien como para permitir que cualquiera, inclusive sus padres, tuviesen tal control sobre ella.   No creo que no les importe. Deben estar tan cabreados como nosotros, sólo que ellos no se ven como hermanos el uno al otro y eso lo facilita todo porque al final a eso se reducía todo por parte de ambos, ¿No?.

Su mirada siguió en el cielo después de aquella breve intervención, se limitaba a identificar distintas figuras en las nubes mientras Blaine tomaba las riendas por completo del discurso. Algunos pensamientos pasaban por su cabeza a medida que el moreno hablaba, pero no llegaba a verbalizar ninguno. ”Nos terminaremos odiando”, “Lo llevo muy mal”, “No te tocaría ni un pelo por voluntad propia”, “Me enferma pensar que algún día serás mi esposa”, “Me encantaría encontrar la forma de romper el compromiso”, nada que no hubiese pronosticado desde el principio, pero por alguna razón escucharlo tuvo un tinte aún más amargo que en sus propios pensamientos.

Quizás se debía a la sensación de rechazo, o simplemente a que todo el compromiso era demasiado nuevo como para procesarlo de forma racional, pero lo cierto era que estaba en ese momento dándole demasiado peso a lo que decía el Slytherin y eso le molestaba. Sin duda alguna aceptar el fin de todo era la mejor opción.

Frunció el ceño y lo miró con algo de severidad, sus siguientes palabras salieron atropelladas No, tienes razón. Sé que jamás podríamos llegar a sentir algo siquiera similar al amor … y ahí se detuvo en seco para por fin respirar. Una retorcida idea cruzó su mente y no pudo hacer menos que seguirla … pero tampoco quiero que rompamos el compromiso ahora continuó, desviándose por completo de lo que tenía planeado en un inicio.

Se giró levemente para quedar frente a él, quería ver cada una de sus expresiones a pesar de que tenía una idea bastante precisa de cuáles podían ser; desconcierto, confusión, hasta incluso algo de asombro. Le sonrió, sabiendo que debía explicarse mejor No lo interpretes mal, no es porque quiera torturarnos. Pero este es un juego de titanes y nosotros sólo somos piezas que se mueven según los intereses de terceros. ¿Qué te hace pensar que nuestra opinión les valdrá de algo?, llevan dieciséis años ocultando la verdad y no han desistido de tan absurda idea. Un “no” de nuestra parte no cambiará las cosas o al menos no de la forma adecuada y eso lo sabían ambos, por mucho que se resistieran a la idea Debemos pensar bien los pasos que damos y quizás seguir sus reglas hasta que encontremos la forma de romperlas sin que puedan evitarlo , eso era lo único realmente prudente si no querían una confrontación directa con los adultos.

No podía evitar pensar que de no ser Blaine, sería cualquier otro hijo de sangre pura con un apellido lo suficientemente fuerte como para igualar a una Lestrange. La idea le desagradaba por completo, no era de soportar a idiotas y menos aún lanzarse a los brazos de cualquiera como lo hacían las demás. Tomó un respiro y lo miró directo a los ojos Creo que al menos yo lo intentaré, no tengo nada que perder. Además, Zabini, ten por seguro que jamás podría llegar a odiarte. Sólo debemos soportarnos juntos durante un tiempo más. Ni siquiera es necesario atarnos a un acuerdo de fidelidad innecesario. murmuró, relajando un poco sus facciones y notándose afable, como realmente lo era con muy pocos.

Necesitaba convencerse a sí misma de que aquel asunto no era tan difícil, tan sólo se trataba de una obra teatral que ambos debían saber interpretar hasta que el telón cayera por última vez. Lo miró por unos segundos y extendió su mano hasta una de las mejillas del moreno, dejándola reposar ahí. Era un impulso, sólo eso, pero si realmente existía alguna posibilidad de que aquello funcionara sin ser un infierno debía intentarlo, al menos de esa forma se haría más llevadera la pantomima. ”Como Killian y Georgiana”, pensó antes de inclinarse para besar los labios de Blaine.

Repulsión, esa fue la sensación exacta que vino a su cabeza tras separarse de él después de varios segundos. No podía evitar sentir como si besara a su propio hermano, un acto totalmente aberrante y fuera de lo natural. Sin embargo, y siendo eso lo que más le molestó descubrir, la repulsión fue seguida de una especie de fuego a penas perceptible que la recorrió por completo. Dio un paso hacia atrás casi de manera inconsciente ¿Ves?, nada. Cuando los besos nos son indiferentes son más fáciles de actuar mintió, sabiendo que no era indiferencia lo que había sentido.

Sonrió de costado, dispuesta de dejar ir esa repulsión, y lo que fuera que le siguió, en ese preciso momento. El show debía continuar, al menos hasta que consiguieran una forma de doblarle la mano a las ambiciones de sus padres.
M. Sienna Lestrange
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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 7:01 pm

MASQUERADE

<< Cabreado >> no era la palabra que hubiera elegido Blaine para describir lo que sentía por el compromiso inminente. Quizás << atormentado >> o << abrumado >> fueran opciones más plausibles. Porque sí, Zabini esperaba que sus padres quisieran arreglarle un matrimonio con una joven de sangre pura, excelentes modales y buena reputación. Lo que nunca imaginó es que esa muchacha fuera Sienna Lestrange. Justo Sienna. El Slytherin, desde su posición, la miró por unos segundos, delineando mentalmente sus facciones, la línea de la mandíbula, el cuello esbelto, los pómulos altos y los ojos claros. Se podría decir, sin miedo, que era una de las mujeres más bellas del nido de serpientes.  Aunque en ese momento estaba frunciendo el ceño. Algo en su discurso debió molestarle. << Has sido demasiado directo >>

Es evidente —le dedicó una sonrisa tenue, mientras tenía una batalla mental consigo mismo. Muchas palabras se atoraban en su garganta, pugnando por salir, algunas eran más bellas, otras más filosas. Lo que en verdad quería decirle y no podía —Cómo tu desees, querida —añadió, sin sorprenderse demasiado por la decisión de su prometida. Sienna era una mujer que cumplía con su deber a rajatabla, incluso cuando ser tan correcta le generaba disgusto —Es la decisión más sabía que podemos tomar si recordamos que clase de progenitores tenemos —afirmó el codo sobre la baranda del puente y relajó un poco su postura. Fue en ese preciso instante, cuando un relámpago quebró el cielo y una cristalina lluvia otoñal comenzó a caer sobre los terrenos de Hogwarts —Nunca pensé en ir con nuestros padres y decirles que nos negábamos a casarnos. Son capaces de obligarnos a punta de un Imperio de ir con el ministro si es necesario —No era tan tonto como para intentarlo y sabía que Sienna tampoco. Ellos no eran más que dos piezas en el tablero. Pero no había porque preocuparse, porque todos empezaban siendo sólo piezas. Algunas más prometedoras, otros menos. Lo realmente peligroso era cuando un peón se creía jugador —Después de todo,  no somos más que marionetas. Tenemos que bailar como nos dicten los hilos de quienes nos criaron —los significados ocultos flotaron por instante entre ellos al igual que la neblina que levantaba la lluvia matinal —Pensaba en otras maneras más sutiles de impedir el compromiso.

Pero Sienna cambió rápidamente las reglas del juego. Blaine entrecerró los ojos con sorpresa, se despegó de la baranda y se acercó un poco más a ella para intentar discernir si hablaba en serio o estaba bromeando otra vez.  Su gesto serio y la forma en que lo miraba a los ojos despejaron cualquier duda. Vaya, eso sí que no se lo esperaba.

Yo no quisiera que me odies. Ni tampoco odiarte —dijo de manera simple mientras metía las dos manos agrietadas dentro de los bolsillos de su chaquetón. La seña exacta de que algo lo había perturbado. Quizás las palabras de su mejor amiga o el hecho de que todos sus planes se cayeron como una torre de naipes mal construida. La pequeña Lestrange era una caja de pandora, incluso para él, que la conocía desde que eran niños —No voy a obligarte a serme fiel cuando los dos estamos conscientes que esta relación es una farsa. En lo que respecta a mí, eres tan libre como si yo no existiera. Sólo te pido que seas discreta. —una sensación ardiente le quemó el estómago al decir eso —A cambio, yo también lo seré.

Se hizo un pequeño silencio entre los dos. No incómodo o tenso, simplemente un silencio entre dos amigos de la infancia que estaban envueltos en una situación que los sobrepasaba.  Un  mutismo interrumpido sólo por el repiqueteo de las gotas de lluvia sobre el techo del puente.

Sienna —La muchacha extendió su mano y acarició la mejilla de Blaine. El tacto se le antojaba suave, cálido contra su piel fría a causa de las ráfagas de viento que corrían en el puente. También surreal…y lo fue aún más cuando su mejor amiga se inclinó hacia él y posó los labios sobre los suyos. Fue un beso corto, gentil, efímero como el aleteo de una mariposa —No se me hace difícil besarte —dijo, cuando ella se separó. Mitad mentira, mitad verdad, aunque dudaba que fuera por la causa que ella se imaginaba —Sólo que no quiero esto para ti —Zabini tomó un fino mechón de pelo castaño entre sus dedos con la misma delicadeza que si fueran hebras de oro y lo ubicó detrás de la oreja de su mejor amiga. Un gesto íntimo, que quizás sólo se permitiera con ella. Porque la conocía, porque si tuviera que elegir a una persona en el mundo como su favorita, esa sería Sienna Lestrange. —Qué estés atada a un hombre que no quieres, que no te gusta, y que no hubieras elegido por voluntad propia —su voz había mutado a un tono profundo, casi incómodo —Pero intentaré que todo sea más fácil para ti…al menos hasta que encontremos la forma de escapar de este compromiso —¿Podrían intentar ser una pareja, ser como Killian y Georgiana, tirar entre ellos y con otras personas? Probablemente sí, de no ser porque Blaine respetaba a Sienna de un modo en que dudaba que su mejor amigo respetará a su pelirroja prometida. —O no, si prefieres que lleguemos hasta el final y nos casemos. Podemos intentar volverlo realidad si es lo que te apetece. Podemos intentar enamorarnos, o tomar amortentia todos los días o seguir fingiendo que tenemos la mejor relación del mundo y por detrás acostarnos con otras personas. Hago lo que quieras  —deslizó los dedos finos desde la parte posterior del oído de Sienna-donde jugueteaban con los mechos de cabello castaño- hasta el mentón afilado. Lo dedos se prensaron con suavidad alrededor de la mandíbula femenina para instarla a que lo mire a los ojos —Es tu decisión.
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Mensaje hechizo realizado Lun Jun 29, 2015 7:08 pm

MASQUERADE

Difícil, Blaine había dado justamente con la palabra que describía todo el asunto. No importaba lo sencillo y poco comprometedor que resultara un beso entre ambos, incluso podía llegar a apreciar la frivolidad que tenía transgredir lo prohibido, pero tener que pretenderlo todo era lo que más le afectaba. No había otra opción, por supuesto, pero le irritaba pensar en todos los vaivenes que tendrían sus vidas a partir de ese momento. ”Al menos me asfixio con mi mejor amigo”, a pesar de todo Blaine seguía siendo quien mejor la conocía y en quién más confiaba después de Killian y Piper. Le sonrió con la guardia totalmente baja, como sólo se permitía con ciertas personas Yo tampoco quiero esto para ti. Pero si le ves el lado positivo, no me imagino que pudiese aguantar este infierno con nadie más. le respondió con tranquilidad mientras dejaba que le  acomodara un mechón de cabello rebelde.

Quizás no lo hubiese elegido en primera instancia, después de todo era esa persona que había estado a su lado desde que tenía memoria y que jamás había mostrado interés en ella, al menos no del tipo que los incitara a una relación de prometidos, pero ahora era suya de manera inevitable Ninguno hubiese elegido al otro por voluntad propia, es cierto. Pero no creas ni por un segundo que no te quiero.   agregó mientras desviaba la mirada hacia la lluvia que había empezado hace poco a caer sobre el castillo. ¿Acaso el cielo también se oponía?, quizás fuese así, pero amaba demasiado las tormentas para considerarlas un mal presagio como lo hacía la mayoría.

Lo escuchaba, sí, pero la atención de sus ojos celestes se la llevaban los relámpagos que comenzaban a iluminar todo entre las nubes grises. La idea de tomar amortentia a diario, absurda como sonaba, hizo que una tenue risa escapara de sus labios Creo que primero deberíamos dejar de vernos como hermanos, eso le quitaría un poco la aberración a todo bromeó mientras de verdad lo contemplaba. Esa era su barrera, pero estaba dispuesta a dejarla ir si eso ayudaba a aliviarles el peso de la carga a ambos Deberíamos intentarlo al menos. Seguir hasta que, en el peor de los casos, no haya posibilidad de avanzar más. Entonces podremos encontrar una solución y quemar el tablero si es necesario no era del todo una humorada, era capaz de hacerlo si con eso lograba recuperar su libertad, pero eso era algo que estaba demás compartir.

Cuando los dedos del moreno la obligaron a mirarlo, por fin se centró en aquellos ojos que en esa ocasión observaba tan distinto a todas las anteriores. ¿Por qué?, quizás simplemente se debía a que sabía todo lo que les esperaba juntos, ya no eran niños que escapaban de casa para explorar el mundo También es tu decisión, Blaine. Ya no tenemos siete años y esto debemos manejarlo ambos porque en definitiva jamás había dependido sólo de ella. ”Compartimos condena”, replicaban sus ojos a la par.

Una idea cruzó por su cabeza en ese momento, por lo que borrar la sonrisa que había adquirido su rostro fue una misión en vano. Era una estupidez, quizás una nimiedad considerando todo lo que estaba ocurriendo, pero de cierta forma era una manera de traer el pasado de vuelta, aunque fuesen unos minutos. Tomó la fría mano de su prometido y jaló de él Ven fue su única indicación antes de guiarlo hasta donde terminaba el puente techado y empezaban los senderos que llevaban al bosque.

No se atrevió a ir a la intemperie con él, simplemente soltó su mano antes de salir ella misma hacia el exterior y ser mojada de a poco por las gotas de lluvia. Su cabello comenzó a pesar más por el agua que atrapaba y sus ropas sufrían el mismo destino Quiero mostrarte algo ahora que tienes más privilegios bromeó antes de dirigir sus pasos hacia los árboles, sin importarle el barro que manchaba sus zapatos ni lo disgustado que Blaine estaría con la idea de hacer lo mismo.

Si no se agarraba un resfrío después de eso sería un milagro, pero por alguna razón en ese momento no le importaba, lo único que deseaba era que el moreno le siguiera el impulso. No era la primera vez que lo hacían, pero desde la última habían pasado varios años. Luego de mirarlo por sobre el hombro, echó a correr el trayecto que le quedaba para quedar protegida por el forraje del primer árbol del  bosque. ”Te mostraré uno de mis secretos, más te vale valorarlo y no abrir la boca luego”, pensaba mientras esperaba a Zabini.
M. Sienna Lestrange
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Slytherin

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Mensaje hechizo realizado Sáb Ago 01, 2015 3:12 am

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La mirada de Blaine se desvió por un instante hacia la lluvia fina y constante que caía sobre los terrenos de Hogwarts con un suave murmullo. Las gotas de agua parecían revitalizar el paisaje, volverlo de un verde intenso, que contrastaba con el color plomizo de las nubes que cubrían el cielo. Mojaban los árboles y levantaban una pequeña capa de bruma que parecía desprenderse del césped. Los jardines de Hogwarts estaban desolados. Era temprano aún, y la mayoría de los estudiantes dormían en sus cálidas camas. Quizás por ese motivo había citado a su mejor amiga tan lejos del castillo y a esas horas, para poder ser ellos mismos por un rato y dejar de fingir. Estaba cansado de fingir, de formar parte de un teatro, de ser la pieza sacrificable en el juego de sus padres. << Pero no hay otra opción, por ahora>> pensó, para sus adentros, mientras sus ojos volvían a clavarse en el rostro de Sienna.

Esa es mi decisión —añadió con seguridad. —Haré lo que tú me pidas —chasqueó la lengua con fastidio cuando la muchacha lo tomó de la mano y lo obligó a caminar hasta donde terminaba el puente techado y empezaban los terrenos de Hogwarts — ¡Excepto apoyarte en estas necedades! —alzó la voz para hacerse escuchar cuando vio como la muchacha se lanzaba hacia la intemperie,  en dirección al Bosque Prohibido. Pero Blaine sabía que ya no estaba hablando con Sienna Lestrange, su prometida. Si no con Mya, la niña que jugaba y que sonreía, la que pasó muchas noches a su lado en medio de tormentas muy parecidas a la que amenazaba con explotar sobre Hogwarts. Y Mya no escuchaba a nadie — ¡Ven aquí! —El Slytherin se quitó el abrigo, lo protegió entre sus brazos y se apresuró a seguir a Sienna a través de los senderos que llevaban hasta el Bosque, no porque le causara interés su estúpido secreto, sino porque quería disuadirla de cometer una locura. La expulsarían del colegio si la encontraban infringiendo las normas, y eso era lo de menos. Podría atacarla alguna criatura indeseable o perderse — ¡Sienna! —hizo una mueca de asco al aspirar el aroma a humedad y tierra mojada que le inundó los sentidos e intentó no pensar en donde se estaba metiendo. El angosto camino por el que la perseguía pronto se transformó en un lodazal. — ¡Joder, necia! —algo agitado por la carrera, logró interceptarla en medio de una especie de claro. Los centinelas se elevaban alrededor de ellos con sus gruesos troncos, desnudos, formando una capota que impedía el pasaje de la lluvia y de la luz de la mañana—Estás empapada —dijo con molestia y le pasó por encima el abrigo que había resguardado del agua —Ya no somos dos niños jugando en la Mansión de tus padres y deberías saberlo. —Miró alrededor, atento a cualquier sonido sospechoso —No eres Mya, yo ya no soy Amadeus y el mundo ya no es tan gentil como lo era entonces. Deja de ponerte en peligro. Vas a coger un resfrío por salir a mojarte debajo de la lluvia como si fueras una cría. —acomodo un poco más el amplio saco sobre los hombres de su mejor amiga para resguardarla de las ráfagas frías que recorrían el bosque. —Ya no eres una cría.

Fue tajante. El tiempo había pasado para los dos y era hora de que su mejor amiga lo comprendiera. No los mismos niños que compartían la cama en las noches de tormenta, y para demostrarlo, metió la mano dentro un de los bolsillos del abrigo que resguardaba a Sienna y sacó un pequeño estuche forrado en terciopelo plateado.

Es una estupidez —añadió, mirándola a los ojos, muy seguro de que estaría molesta a causa de sus palabras —Sin embargo, mis padres insistieron en que te lo de. —abrió el estuche con un movimiento ágil y reveló un pequeño anillo de oro blanco con una esmeralda engarzada en el medio. El bosque pareció palidecer con el brillo verde de la piedra preciosa—Lo uso mi abuela cuando se casó con mi abuelo y mi madre cuando se casó con mi padre. Matrimonios muy exitosos, ya sabes —puntualizó con algo de ironía —Tu puedes hacer lo que quieras con él, ponértelo, tirarlo al río o venderlo para comprar algo mejor y más útil. Es tu decisión —una media sonrisa se le dibujo en el rostro —Póntelo y vámonos de aquí, para esto te cite en el puente techado. Las tormentas me ponen los nervios de punta, lo sabes.

Sentía la ropa pesada a causa del agua que había absorbido y el cabello castaño se le pegaba a la frente con incomodidad. En el barro inmundo que habían acumulado sus zapatos ni quería pensar. Sólo quería irse de allí y resguardarse en la cálida sequía de la biblioteca.  
Blaine A. Zabini
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Mensaje hechizo realizado Dom Ago 09, 2015 1:42 am

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Había escuchado sus reclamos muchas veces antes, no era la primera vez que Blaine se oponía a una idea de ese tipo y dudaba que fuese la última. Quizás se debía a lo protector y terco que solía ser su mejor amigo, pero lo cierto era que disfrutaba desafiarlo de ese modo y empujarlo al límite. Se preguntaba si algún día él sería capaz por sí mismo de saltar al abismo sin miedo, sin esa constante manía por controlarlo absolutamente todo. Lo entendía, después de todo en aquella característica eran muy similares, pero a la vez quizás demasiado diferentes. ”Hay tanto de lo que te pierdes, Blaine”. Quería mostrarle eso, precisamente ese mundo nuevo que le faltaba por descubrir y que tanto necesitaba ver. No se daría por vencida con él, al menos de eso estaba segura, no importaba si las manipulaciones de terceros los empujaban a ambos a un futuro que no les pertenecía ni que habían elegido por voluntad propia. Su amistad se comenzaría a incendiar en llamas, sí, pero al menos se quemarían juntos.

Al escuchar los pasos ajenos sobre el lodo sonrió de forma casi infantil, algo que sólo él era capaz de generar con tanta facilidad. ¿Por qué evitarlo?. Ella tenía la esperanza de que el slytherin la siguiera y así poder mostrarle aquello que con tanto recelo había protegido todos esos años, por lo que al verlo toda la emoción irracional que sentía iluminó su rostro. Quizás todo se reducía a un acto inconsciente por apartarse de la realidad y transportarse años atrás, donde todo era tan sencillo como respirar, donde sólo se tenían el uno al otro y donde eso era lo único que importaba. ¿Ahora?,  se había complicado el trayecto y sentía pánico de no tener la fuerza para enfrentarlo. Escapaba, sí,  pero escapaba hacia su lugar seguro, hacia él — Oh, vamos. ¿Dónde quedó tu espíritu de aventura, Zabini?  — preguntó de forma retórica en un tono aun alegre.

Antes de que alcanzara a protestar o siquiera a dar un paso atrás, se encontraba cubierta por el abrigo pesado de Blaine y un sin número de nuevas protestas. Negó con la cabeza, a veces su mejor amigo le hacía una verdadera sombra a Rabastan Lestrange en lo que respectaba a figura paternal. Decidió no llevarle la contra y acomodarse el abrigo, sin embargo, callar lo que su lengua pujaba por decir fue tarea en vano — Estás exagerando. Por supuesto que no estamos en casa de nuestros padres y que estoy empapada. Pero, ¿Qué es lo que está tan mal con eso? — preguntó como si fuera la más lógica de las interrogantes. Conocía desde dónde surgían las aprensiones y el comportamiento de Blaine, no lo iba a juzgar por eso, pero también quería que él la entendiera. Guardó silencio por unos segundos antes de volver a interrumpir el vacío — Blaine, "La lluvia no es mala ni perjudicial, mojarnos no es molesto ni dañino y la ropa ni se achica ni se rompe. Pero le tenemos miedo a la lluvia." — en el contorno de sus labios se dibujó una tenue sonrisa mientras su mano se extendía hacia la mejilla del slytherin. Recordaba aun esas palabras que había leído en un libro viejo, casi olvidado en la sección menos concurrida de la biblioteca, pero que tanto eco le habían hecho siempre. ”No le temas”.

Estuvo al borde de agregar algo más, pero el repentino movimiento del moreno terminó por callarla antes de tiempo. Lo observó con el ceño fruncido en señal de desconcierto mientras él se apoderaba de una pequeña caja color plateado. "¿Qué haces?". Su respiración se aceleró y una extraña opresión en el pecho se manifestó para dejarla paralizada en el lugar donde se encontraba, como un indefenso animal que se queda estático en medio de la carretea, encandilado por los focos de un auto. ¿Cómo se supone que debía reaccionar?, ¿Qué se supone que debía decir cuando aquello ni siquiera significaba algo concreto?. ”Es simple teatro, Sienna” y, sin embargo, se sentía terroríficamente real. Sin que las palabras de Blaine hicieran más que ruido en su cabeza, su mano izquierda se deslizó hasta el anillo y lo tomó con el cuidado que algo tan frágil merecía. — Yo … — su voz salió prácticamente como un murmullo inaudible, por lo que tuvo que aclarar su garganta con una ligera carraspera. Sin decir más o contemplar otras opciones,  deslizó el anillo por su dedo anular con lentitud.

Lo miró por unos momentos, quizás por más segundos de los que habrían sido necesarios considerando la irrelevancia que guardaba el asunto. No se estaban comprometiendo realmente, no se iban a casar, ni tampoco estaban locos el uno por el otro. Lo miró esta vez con cierta melancolía y amargura, cada vez la prisión se hacía más real y las opciones para escapar más utópicas — Si tú estás en esto, yo estoy y estaré siempre contigo para enfrentarlo. Encontraremos una forma de salir de este circo y entonces podrás darle este anillo a quien será algún día su verdadera dueña. — o conociendo a su amigo, probablemente el no dárselo a nadie figuraba más como la opción correcta. De cualquier forma no era suyo, no le pertenecía en ese momento más de lo que lo hacía el abrigo que llevaba encima. Se inclinó tras cavilar unos momentos y  le marcó en la mejilla el color carmesí de su labial, el cual probablemente le dejaría una huella el resto del día si no lo limpiaba minuciosamente. ”Lo hará”, pensó con una media sonrisa.

A pesar de los intentos que la impulsaban a mostrarle su secreto, en ese momento su mente se encontraba divagando por un laberinto tan complicado que todo lo demás parecía carecer de importancia. Dio un último vistazo al bosque, como si se despidiera de un amigo, y asintió con delicadeza — Lo sé. Pero algún tendremos que dejar de correr de la tormenta y enfrentarla. — murmuró en reproche, pero con un tono que no dejaba ver más que preocupación y cierta esperanza. No le dio tiempo a discutirle lo último, como sabía que probablemente lo haría, por lo que tras un ligero suspiró se alejó de la protección del forraje de los árboles y echó a correr en dirección al puente.

Sacudió el agua de su largo cabello e intentó hacer lo mismo con el abrigo de Blaine mientras lo esperaba, dando por perdidas las calcetas blancas que llevaba, ahora teñidas por la salpicadura del barro. Quizás estaba delirando en ese momento, pero al sentir la presencia del moreno a sus espaldas la pregunta salió sin filtro alguno — ¿Sabes? Creo que si no fuésemos casi como hermanos podríamos haberlo intentado — bromeó sin mirarlo y terminando de dejar lo más decente posible su uniforme. ¿Lo habría pensado él también alguna vez?. ”Quizas…”.
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