Un encuentro sin igual [Piper D.]

Acomodando las cosas dentro de las bolsas, Piper salió de la tienda. Aunque ella normalmente no le gustaba salir  de compras – salvo ocasiones especiales – su afán por despejar su mente un rato le obligó a salir. El callejón Diagon lucía un poco despejado pero seguía habiendo gente paseando por las calles, un día normal y tranquilo. Parecía la típica diva que iba a gastar la fortuna de sus padres, la imagen que más odiaba porque no era así. Si Alexia no hubiera encargado tanta ropa de diseñador, no estaría en esa vergonzosa situación. Frunció el ceño mientras se detenía a acomodar las bolsas a modo de que no fueran muchas a la vista, sobre todo porque los colores de las mismas eran muy vistosas.

—Menuda hermana que tengo—dijo en voz alta, negando con la cabeza y retomando el paso, tomando como atajo una calle que lo llevaría a una tienda de discos, la favorita de Piper. Por aquella calle estaba desierta lo cual extraño a Piper. Los locales algunos locales estaban cerrados haciendo que la rubia se cuestionara la poca actividad de aquel colorido lugar. Eran vacaciones, la calle debería de estar repleta de alumnos, yendo y viniendo, deteniéndose en los locales más vistosos a comprar cosas que nunca utilizarían, solo por el gusto de comprar. Realmente extraño.

Iba absorta en sus pensamientos, pero ella sabía los pasos que tenía que seguir para llegar a la tienda. Los sabía de memoria por las cientos de veces que había ido a comprar discos de música. Giro en la siguiente esquina, algo frustrada porque su cabello no paraba de desacomodarse. Debió haber usado aquel broche que vio en su tocador en la mañana. No solía adornar su cabello con cosas, pero el hecho de que su cabello fuera demasiado travieso, le hacía reconsiderar las cosas. Continuó avanzando, luchando con su cabello y la mano libre hasta que logró peinarlo, quedándose quieto por fin, cuando escuchó una voz a sus espaldas. Su primer instinto fue sacar su varita para defenderse, pero llevaba una mano ocupado y la otra estaba temblorosa. Pero recapacitando, puso atención en lo que la voz le había dicho. Parecía inofensiva y asustada, así que Piper se giró para ver de quien se trataba.

Había un muchacho de su edad, cuyo rostro le resultaba familiar, probablemente de Hogwarts pero no podía recordar con exactitud de dónde. Estaba llorando y estaba sucio, como si hubiera tenido una batalla con la escoba y el recogedor. Le miró de pies a cabeza, una parte de ella se vio conmovida por la escena, lucía indefenso, adorable. Sin embargo otra parte estaba asqueada, sentía repulsión. Batallas mentales, dejo que su modo neutral respondiera—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda?—preguntó con calma, mirando al chico con el rostro carente de expresión, aunque su voz sonaba amable.

Frunció el ceño, aguardando la respuesta del chico. Pero parecía que se había quedado mudo, como si se sintiera intimidado por la presencia de la rubia. Permaneció sin mostrar alguna emoción, más porque no había nada que mostrar y menos delante de un chico que le resultaba desconocido. —¿Te comió la lengua el gato?—inquirió, tratando de ser paciente porque una de sus personalidades, Rebekah para ser exactos, comenzaba a impacientarse—Oye, tranquilo, no pasa nada—trató de tranquilizarlo, sobre todo porque sus movimientos la ponían nerviosa, como si él fuera un criminal disfrazado de niño inocente. La calle estaba vacía, y ella ya tenía experiencia en las situaciones que se daban en esos lugares, sin embargo se dijo a sí misma que no iba a ser paranoica. Vamos, que el chico lucía sinceramente aterrado.

Por fin el muchacho habló, quizás demasiado alto y agudo como para que la rubia se encogiera de hombros, amortiguando el sonido con una expresión de cierto recelo. Aunque le resultaba lindo que tratará de disculparse y mayor aun, de excusarse. Escuchó su historia, intentando averiguar que pintaba ella en su aventura fallida por la red flu. No es que le importara, pero para algo la había detenido el chico. Tartamudeaba y ella hacía un esfuerzo por controlar a Rebekah y que esta no lo golpeara para que hablara normal. Emitió un suspiro para tratar de calmarse y calmar a las otras que se agitaban en su interior lentamente, debatiéndose entre ayudarlo o no. ¿Recibiré algo a cambio? Fue la pregunta que surgió como eco en su interior, pero le hizo caso omiso y fijo sus ojos azules en el muchacho, dedicándole una intensa mirada de análisis.

Ajustando las bolsas sobre su adormecido brazo, respondió—Esta es una calle aledaña al Callejón Diagón. Agradece que no caíste en el Callejón Knockturn, con esas fachas, sabrá Merlín que te hubieran hecho—. Por la dulce apariencia del chico, no hubiera sido bien recibido allá y más si se trataba de un niño que no pertenecía a los magos sangre pura o que resultaba bastante lindo. Apartó ese pensamiento de la cabeza y emitió otro suspiro, conteniendo una sonrisa burlona por la suerte del chico. Finalmente asintió, no le quitaba nada orientarlo de vuelta al Callejón Diagón—Ven, sígueme, iré a una tienda de discos del callejón, este es un atajo—le hizo una seña para que echarán a andar.

—Y dime, ¿Cómo te llamas?—preguntó, de manera indiferente, aunque tenía curiosidad por saber si se trataba de algún chico de Hogwarts, aunque era lo más probable.