Vacaciones, las tan esperadas y anhelados vacaciones de Kaidan comenzaban justo aquel día. Tenía planeado levantarse tarde y luego ir a la estación de trenes para viajar a Londres, pero las cosas no siempre son como las planeaba, eran las 6:30 de la mañana y Kaidan ya se daba vueltas en su cama tratando de conciliar el sueño. Todos sus pendientes estaban resueltos, el negocio le esperaba, su madre, hasta había dejado encargado con su amigo de infancia a su pequeño erizo de tierra, amaba a ese animal más que a su vida y estaba seguro que Jhay le amaba a él, lo sabía por la forma en que sus púas se erizaban al subir a su mano, ya que no le causaban daño alguno. Luego de batallar por ingresar al reino de Morfeo por algunos minutos más, se levantó e hizo su rutina cotidiana, un poco de ejercicios, una ducha, desayuno ligero pero contundente y luego, mochila al hombro, salió de su casa rumbo a la estación de trenes. Sabía que le tocaba recorrer un largo viaje, por lo que llevaba su reproductor de música lleno y unas horas podría dormir. Por fin saldría del ruidoso y atestado Yorkshire por unos días, lo que le ponía en extremo ansioso, pues uno de sus pasatiempos predilectos era viajar y conocer nuevos sitios.

El viaje tomó un poco más de lo habitual, en donde Kaidan, escucho música, durmió y hasta jugó con un niño que se encontraba en el tren. Realmente estaba feliz, por lo que al llegar lo primero que pensó es que necesitaba alojamiento y una ducha, así, luego de eso, podría salir a recorrer ese maravilloso sitio que tenía frente a sus ojos. El hotel no era la gran maravilla, algo barato pero bueno, por lo menos agua caliente sí había, aunque en aquel lugar las duchas frías debieran ser por norma en verano, el calor era casi sofocante, tanto que estaba seguro que su temperatura corporal había subido un poco. Al salir a recorrer la ciudad se encontró con el mercado, inmenso, similar al de Yorkshire pero con cosas nuevas, se concentraba en las telas mientras avanzaba por aquella calle atestada de puestos itinerantes; todas hermosas, colores llamativos y texturas que eran difíciles de conseguir, pensó en adquirir algunas para llevarlas con él a casa pero cuando estaba sumido en sus pensamientos de comerciante, una pregunta lo sacó de golpe de ahí. Miró a la pelirroja que se encontraba junto a él, quien estaba claramente llamaba su atención en más de un sentido, lo que en realidad era raro pues Kaidan generalmente se fijaba en chicos, sonrió y de forma sigilosa se acercó a ella dejando que sus labios de forma traviesa rozaran la piel del oído ajeno – ¿Le puedo ayudar en algo? - Susurró atrevido antes de alejarse con una pequeña carcajada saliendo de sus labios, pues a Kaidan le gustaba incomodar a las personas que llamaban su atención y, aquella chica, había provocado que el travieso mago se olvidara completamente de su negocio, cosa que no pasa a menudo. Sabía que debía buscar a su amigo y empleador, pues había cambiado de residencia mientras él se encontraba en la escuela, por lo que tenía que seguir buscando en el mercado su puesto, o de otra forma pasaría más de un día en el hotel, lo que no le hacía gracia.